Solemos infravalorarlas, pero usadas de una manera o otra pueden mover el mundo. Hablo de las palabras. Uniones de fonemas que pueden formar preciosas frases llenas de sentimientos de emoción, felicidad y rabia o pueden destruir la vida de las personas a las cuáles van dirigidas y pueden amargarles la existencia durante un largo tiempo.
Un simple "Te Quiero" puede hacerle la vida mucho más feliz a una persona que lo puede estar pasando mal en ese instante. Las palabras buenas, usadas bien en el momento óptimo pueden provocarle una catarata de emociones de felicidad y puedes hacerle la vida mucha más feliz y tranquila. Y aunque no te lo agradezcan en un primer momento, por dentro, te estarán eternamente agradecidos toda su vida. Y siempre lo estará, te lo puedo asegurar.
Pero otro tipo de palabras, por ejemplo, un simple "Estás Gorda" puede destruir la autoestima de la persona a la cuál van dirigidas estas palabras. Con estas palabras, la persona puede llegar a padecer transtornos alimenticios y que necesite ayuda psicológica para poder volver a ser la persona que anteriormente era. Hay que intentar que esas malas palabras no salgan de nuestras bocas, porqué si salen de ella, podemos romper la vida de una persona.
Hay mucha gente que sabe usar muy bien las palabras. Políticos, oradores de masas, poetas, escritores. Las retuercen y las exprimen hasta sacarles la última gota de jugo que puedan tener. Los políticos y los oradores las usan para poder hacer llegar a la gente su mensaje (equivocado muchas veces). Mientras que los escritores y los poetas lo usan para evocar sentimientos en los lectores y contar grandes historias.
Las palabras son instrumentos que mueven el mundo. Con ellas puedes demostrar tus ideales ante todo el mundo que te esté observando o escuchando, puedes evocar sentimientos de amor, tristeza, paz o tranquilidad en los lectores de libros y poemas, pueden hacer germinar la semilla de una revolución y pueden hacer millones de cosas más.
Hay que saber medir las palabras que se dicen porque, si no las medimos, podemos decir cosas que no corresponden en un entorno u otro. Por eso hay que hacer caso al viejo dicho: hay que pensar antes de decir, no decir antes de pensar.
Twitter: @MrCharlioRoger
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